
Arvejas: normalmente solemos consumirlas en lata, pero lo ideal es comprarlas frescas o secas. Su presencia puede espesar las preparaciones si se utilizan como puré, pero también pueden hacerse sopas o bien formar parte del plato en la cocción justa para que queden separadas. No hay trucos hay que ir probando consistencia en el hervor.
Lentejas: turcas, comunes, lentejón. Las turcas (que cuando están secas son anaranjadas y cuando las cocinamos se deshacen y se vuelven más amarillas) tienen la particularidad de no necesitar más de media hora de activación (leer nota activación) y 5 a 15 minutos de cocción. Eso las convierte en una gran alternativa para salir del apuro cuando nos olvidamos de activar. Las amarronadas pueden ser más o menos chicas y pueden hacerse desde germinados, ensaladas, guisos, panes.
Porotos: versátiles en primera medida. Hay muchas variedades: pallares, alubia, negros, rojos, mung, aduki. Sirven tanto para preparaciones dulces como saladas (si todavía no hiciste galletitas de porotos negros y cacao o brownies, te lo súper recomiendo). Animate a incorporarlos y darle tiempo a tu cuerpo para ir aumentando la tolerancia.
Garbanzos: el ingrediente madre del hummus (gran reemplazo de queso untable), y dentro de las legumbres muy bien equilibradas en términos de aminoácidos. Puede comerse en pasta como en guisos o ensaladas.
Soja: si no es orgánica o agroecológica, no es recomendable consumirla por su modificación genética y la gran cantidad de agroquímicos que posee.
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